diumenge, 22 de març del 2015

Auditoría ciudadana, mucho más que auditar las cuentas de la deuda

Publicado en la revista de la Fundación 1 de mayo, núm 68-Febrero 2015, Especial Deuda por Pablo Martínez, Iolanda Fresnillo y Sònia Farré | Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda


Desde múltiples frentes en movimientos y organizaciones sociales, llevamos años trabajando para conseguir que haya una sociedad civil más participativa, que luche por sus derechos, tome la iniciativa y reconduzca las políticas actuales. Buscamos que sean los ciudadanos y ciudadanas los que forcemos nuestro propio rescate, y forzar a nuestros gobiernos a que dejen de rescatar a bancos y grandes empresas, que dejen de pagar la deuda por delante de garantizar nuestros derechos.
Que Grecia se plantee no pagar la deuda o se niegue a reconocer a la Troika, nos ayuda a romper el mito de que no existe alternativa a las políticas de austeridad o al pago de la deuda. Resulta más que evidente que la deuda ha sido y sigue siendo usada como excusa para imponer una serie de reformas, de corte neoliberal, que acaban beneficiando a las élites económicas. Unas reformas que atacan nuestros derechos básicos y que se imponen sin participación ni debate democrático, como  ya quedó claro en la reforma de la constitución exprés, llevada a cabo con agosticidad y alevosía.
El camino para frenar estos ataques pasa por el no pago de la deuda ilegítima. Un no pago que ya se ha llevado a cabo numerosas ocasiones a lo largo de la historia, propia y ajena. A Alemania se le condonó gran parte de su deuda tras la segunda guerra mundial, y entre los acreedores estábamos Grecia y España. El impago es posible, y lo que debemos cuestionarnos realmente es si el pago de la deuda lo es. La burbuja de la deuda a nivel internacional ha llegado a tal nivel que no hay economía real en este mundo capaz de cancelar las deudas existentes. Esa deuda y el capital ficticio que la respalda, ha ido aumentando sin un respaldo de la economía real. Ya son muchas las voces, heterodoxas y ortodoxas, que advierten que la deuda, pública y privada, en nuestro país, en Grecia y más allá, es simplemente impagable.
No sólo no es posible pagar, tampoco es ético hacerlo. En nuestro país la deuda pública se ha contraído a espaldas de la ciudadanía, con altos indicios de corrupción y para respaldar rescates como el de la banca. La deuda ha aumentado por años de políticas fiscales regresivas, para que los que más tienen sigan disfrutando de sus privilegios. Deuda que se acumula a costa de privatizaciones de dudoso beneficio para el estado, como con el reciente rescate de las autopistas. Una deuda de la cual cuestionamos su legitimidad. Y ahí es donde queremos detenernos a reflexionar.
La propuesta de Auditoría Ciudadana
Para ello, desde la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD) proponemos la Auditoria como herramienta para valorar colectivamente como hemos llegado a esta situación y quiénes son los responsables. Una auditoría surgida de la voluntad popular, que analice desde abajo las deudas que deben considerarse ilegitimas y ser anuladas – no solo las exclusivamente económicas, sino también las de género, ecológicas y sociales – y que nos permita decidir como deseamos que funcione nuestra economía. Un proceso abierto en el que decidamos todas, en coordinación con los colectivos que trabajan en el mismo sentido, y que permita proponer alternativas desde la base. Una auditoria ciudadana no es sólo un proceso de análisis, sino que se plantea como una estrategia de pedagogía popular, a través de la cual aprendamos de forma colectiva cómo funcionan las finanzas públicas y, tal y cómo hemos dicho, comprendamos cómo se ha llegado a esta situación de crisis multidimensional.
Estos procesos de auditoría deben darse a diferentes niveles: estatal, autonómico y local; pero también en diferentes sectores: sanidad, educación, infraestructuras, sistema fiscal, etc. Apostamos por una suma de procesos que nos permita una visión global y plural. Dado que la auditoría ciudadana debe funcionar como medio de autoformación de la ciudadanía, es interesante que cada cual pueda participar de auditar las instituciones o sectores de los que se  siente más cercano: su ayuntamiento, su sistema sanitario, etc.
Nos puede parecer que la auditoria de las cuentas municipales no sea la forma más efectiva para abordar la deuda pública, dado que la mayor parte de esa deuda se acumula en el ámbito estatal y no municipal. Pero sin embargo es la forma más efectiva para comprender cómo funciona el erario público, y es uno de los ámbitos más cercanos a los ciudadanos y ciudadanas. Por ello la auditoría ciudadana no se debe centrar sólo en el ámbito más relevante desde el punto de vista cuantitativo, sino abordar esos diferentes niveles y sectores.
Uno de los principales obstáculos para la realización de auditorías ciudadanas, tal y cómo las planteamos, es la falta de transparencia. El acceso a la información es la primera fase de cualquier auditoria, y es por eso que desde la PACD ya estamos trabajando en conseguir hacer pública toda la información vinculada con las finanzas de las administraciones, empleando un lenguaje social y comprensible para todas las personas. Transparente y accesible no quiere decir solamente publicado, sino que se publique en formatos y lenguajes accesibles a la ciudadanía. Cuando no lo hace la administración, lo hacemos desde la ciudadanía, publicando los datos e informaciones en formato abierto y lenguaje accesible.
Más allá de lo técnico, un proceso vivo
El proceso de auditoría ciudadana no es un proceso puramente técnico, sino un proceso vivo y en continua construcción. ¿Cómo queremos que sea esa auditoría? Esto es algo que aún estamos definiendo a medida que vamos avanzando en la propia auditoría, y a lo que os invitamos a reflexionar.
En el proceso de Auditoria Ciudadana pueden participar diversos actores. Empezando por la población en general, la cual querríamos implicar en el proceso. Pero también los movimientos sociales y organizaciones afines a la idea de rescate ciudadano. Obviamente contamos con personas que tienen conocimientos técnicos que pueden apoyar y asesorar durante el proceso. Finalmente nos gustaría contar también con las Administraciones Públicas.
La tarea de las diferentes administraciones públicas, es sencilla. Implica comprometerse a proporcionar la información necesaria para hacer posible la Auditoría. Deberán abrirse los datos y garantizarse el acceso a la documentación. Pero la transparencia no debería acabar aquí, es necesario que todo el proceso de auditoría sea transparente; se deben generar las herramientas necesarias de información, control y participación, y se han de difundir continuamente los resultados de la auditoría a fin de facilitar el debate público en torno a los mismos. Ese debate, colectivo y participado por diferentes sectores sociales, deberá servir para consensuar la legitimidad o ilegitimidad de la deuda. Finalmente, la propuesta de pagar o dejar de pagar la deuda debería pasar por un referéndum vinculante, a partir de los resultados del proceso de auditoría.
Como PACD, junto con la ciudadanía organizada a través de movimientos sociales o organizaciones afines, asumimos como propia la tarea de difundir información, sensibilizar y formar a la ciudadanía no organizada, sobre la trampa de la deuda y sus implicaciones sociales, políticas, medioambientales y de género. Esta formación es básica para facilitar la participación de la ciudadanía en el proceso de auditoría. Generamos debate sobre qué criterios definen qué deudas son ilegítimas, ya que la definición de lo que es legítimo o ilegítimo debe ser también colectiva.
En el proceso, desde la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda, aportamos personas con conocimientos técnicos para asesorar en el análisis del origen, proceso y destino del endeudamiento, y ponemos a disposición diferentes herramientas de información y participación. Una de esas herramientas son los Observatorios Ciudadanos Municipales, que están ayudando a diversos grupos locales a abordar las cuentas de sus ayuntamientos (http://ocmunicipal.net). Nos comprometemos a seguir definiendo y dinamizando mecanismos de participación ciudadana, para conseguir cuanta más ciudadanía implicada en el proceso de auditoría posible.
Durante todo el proceso de auditoría, difundimos también los resultados progresivos de la auditoría, y así ampliamos el círculo de personas informadas, el primer paso hacia la participación.
En cualquier caso, el de la Auditoría Ciudadana es un proceso en construcción, que debemos seguir definiendo colectivamente. Las expuestas son tan solo algunas ideas sobre cómo podemos enfocar el proceso.
La auditoría, o es ciudadana, o no es
Una auditoría ciudadana debe ser un mecanismo para apoyar a una población formada y consciente, que tome las riendas de su economía y de sus vidas. Una población que decida cómo desea organizarse, en lugar de delegar esa decisión. Por ello, es importante insistir en la distinción entre “auditoría ciudadana” y “auditoría pública”. Una auditoría pública no requiere necesariamente de la intervención de la población. Una auditoría ciudadana es impensable sin ella. Y entendemos que, sin participación de la ciudadanía, la auditoría de la deuda no tiene sentido. No podemos seguir delegando, y debemos ser los ciudadanos y ciudadanas las que abordemos el problema del endeudamiento.
Es importante que el proceso de auditoría nos sirva no sólo para analizar el origen de la deuda o cómo se ha dado el proceso de endeudamiento, sino también a valorar colectivamente las propuestas de solución. Es imposible que entendamos las implicaciones que tiene pagar la deuda de forma acrítica, que consecuencias puede tener un proceso de reestructuración o qué medidas pueden acompañar el impago de la deuda para garantizar su viabilidad, sin un proceso colectivo de formación, análisis y debate. La propuesta de auditoría ciudadana pretende pues abordar también la necesidad de la población de entender y decidir cómo queremos salir de esta situación.
Decidamos entre todas qué deuda consideramos injusto pagar, a través de un proceso de auditoría abierto, horizontal e inclusivo. Un proceso transparente, constante y descentralizado. Un proceso de democracia participativa que nos servirá, en definitiva, para transformar un sistema injusto y contrario a las personas. Porque no debemos, no pagamos.

"Economies a l'escola" a @DiariEducació



Publicat junt amb 39 opinions més a Educacions. 40 veus sobre educació i societat.

Economies a l'escola
Segons el Diccionari de l’Institut d’Estudis Catalans, l’economia és l’”Estudi de l’administració correcta dels recursos escassos en els seus diversos usos possibles, per satisfer les necessitats humanes”. Aquesta definició fa evident que com a persones que som, tenim dret a decidir sobre com volem que sigui “aquesta administració” correcta per a satisfer les nostres necessitats. La participació en les decisions econòmiques que prenen les administracions és tan difícil com la decisió en qualsevol altre aspecte de la nostra vida. Aquí, però, se suma un problema afegit i és que des dels governs –i els mitjans de comunicació al seu servei– se’ns mostra l’economia com una ciència exacta o com una mena de religió que té principis inqüestionables. Com a professora de llengua i literatura de professió i auditora ciutadana de vocació, us animo a què m’acompanyeu al llarg d’aquesta invitació a la reflexió per, entre totes, donar-li la volta a aquesta situació des de l’escola.

L’educació d’infants i joves és una tasca que compartim família, escola, comunitat i societat. Si bé és cert que en els primers anys el pes de la família en l’educació és inqüestionable, a mesura que creixen, el relleu passa a l’escola i al seu entorn social. La cultura globalitzada i neoliberal en què vivim ens fa viure alienats i separats de la terra; el valor que es prioritza és l’individualisme per sobre de la col·lectivitat. L’escola és l’espai que pot garantir la igualtat d’oportunitats i el que ha de poder convertir els joves –no en clients o mà d’obra– sinó en ciutadania amb criteri per decidir quina és la societat que volen.

Des dels centres hauríem de poder-los ajudar a comprendre el què passa i com funciona l’economia i a tenir la capacitat d’informar-se a través de fonts diverses per a tenir una opinió pròpia, per tal que puguin digerir el bombardeig d’informació que ens arriba a través dels mitjans de comunicació. Deixar-se dur pel pensament únic difós pels mitjans de comunicació de masses fa que no entenguem les injustícies i la frustració que ens colpegen a nosaltres o als altres.

Educar persones capaces d’entendre l’economia de manera crítica és educar per al canvi, és a dir, permetre que es vegi una crisi com a una oportunitat per generar alternatives. Si volem una economia que s’ajusti al nostre planeta finit, ens cal crear un sistema polític i econòmic diferent i és precisament al jovent a qui més afecta aquesta decisió. Per tant, hi tenen molt a dir: no podem inculcar-los una esperança passiva que les coses s’arreglaran soles, cal ensenyar-los l’esperança activa que nosaltres podem canviar-les.

Mancances
Aquesta tasca, però no és gens fàcil, ja que ens trobem amb dues mancances bàsiques: currículum i professorat. A l’ESO trobem una sola assignatura optativa a 3r curs sobre economia: “Emprenedoria”. I aquesta dóna peu a ensenyar a emprendre de manera individualista i competitiva, no només per a l’àmbit laboral, sinó per a la vida quotidiana en general. Així doncs, no ajuda a l’alumnat a pensar en canvis per al bé comú, sinó més aviat al “campi qui pugui”. En el segon cas, el del professorat, resulta que, d’una banda, a les universitats d’economia i empresarials, s’hi ensenya el marc ideològic que des dels moviments socials volem canviar; i  de l’altra, que la majoria del professorat tenim el mateix handicap que el nostre alumnat: les dificultats que, a priori, tenim per entendre economia.

Però és un handicap que es venç amb una mica de curiositat i formació, no és difícil d’entendre que vivim en una economia injusta –capitalista i patriarcal– capaç d’incloure en el càlcul del PIB estatal activitats com les drogues o la prostitució que el mateix estat considera il·legals.

Economia sense por
Amb l’economia, passa com amb la política, ens afecta vulguem o no. Voler viure’n al marge és una il·lusió conseqüència de la despolitització de la societat que comporta el capitalisme, que ens atorga a les persones el rol de consumidores per davant del de ciutadanes. L’economia als centres educatius s’ha d’abordar sense por i des de la quotidianitat. Per començar, cal traduir a un llenguatge social els termes utilitzats pels economistes i transmesos pels mitjans -el que alguns en diuen “neollengua”– que fan que el comú dels mortals pensem que mai entendrem què està bé i què no en economia, què és just i què no ho és.

Les ciències socials poden tenir un paper més rellevant en aquesta tasca, però també s’ha de reflectir en els projectes de centre, en les activitats de tutoria o en la quotidianitat del centre. En comptes de rebre formacions de fundacions o obres socials de bancs sobre com fer servir una targeta de crèdit o com demanar una hipoteca, podem buscar materials alternatius, tallers d’economia crítica o d’experiències d’economia del bé comú. Podem fomentar mercats d’intercanvi, bancs de temps, el consum de productes locals, visibilitzar les feines no remunerades de les famílies al centre. Podem incloure l’economia a través de projectes, treballs de síntesi i àrees optatives. Si volem, tenim marge per treballar-hi.

Cal que el professorat reflexionem sobre quins valors comuniquem des del centre a l’alumnat. Com a docents ens hem de voler qüestionar els coneixements i valors que transmetem. Hem de potenciar el creixement a tota costa o produir allò que necessitem? L’emprenedoria ha de fomentar la competitivitat o ha de ser una emprenedoria social i cooperativa? La societat ha de mantenir separats els àmbits productius i reproductius –tal i com passa ara– o decidim donar-los el mateix valor i potenciar que el nostre alumnat també ho faci? Cal repartir el treball o competir per aconseguir guanys individuals? Tenir cura de la vida és un valor important o és secundari? És millor acumular o repartir?

El sistema econòmic actual ens aboca a augmentar les desigualtats: polaritzar la riquesa, menysprear les dones i esgotar els recursos del planeta. Si volem, podem posar el nostre granet de sorra per aconseguir transmetre uns altres valors a les generacions futures. I per a fer-ho només cal mirar al nostre voltant: buscar experiències properes que duguin a terme bones pràctiques econòmiques, d’autogestió, de comerç just o de proximitat, d’experiències no monetàries, d’economia feminista, etc. i donar-los visibilitat dins la vida del centre.

Des de l’escola hem d’ensenyar que l’economia ha de posar la vida al centre, no els diners. Els diners poden ser un mitjà per a l’economia però no la finalitat última. No podem rescatar bancs i grans multinacionals i abandonar les persones i els drets humans bàsics. Si l’economia actual no serveix, és el nostre deure com a docents potenciar la recerca d’alternatives més justes. Cal ensenyar que economia i violència no tenen perquè anar de la mà: la violència estructural –pobresa, desatenció sanitària, desnonaments...– no és ni desitjable, ni tolerable, ni inevitable.

No només eduquem, també orientem l’alumnat en la cerca del seu futur acadèmic i professional i cal que tinguem tot això present quan els ajudem a pensar en futures carreres o professions: hem de col·laborar en educar persones que creguin que l’economia ha d’estar al servei de les persones i al servei de la sostenibilitat de la vida.

Necessitem que l’escola s’impregni dins les aules –i en la seva vida quotidiana– d’una economia social, feminista, ecologista i crítica. Una economia social que fomenti la solidiaritat, el consum responsable i el comerç just. Una economia feminista que recordi que les persones no som clients o mà d’obra; som per nosaltres mateixes sostenidores de la vida. Una economia ecologista que tingui sempre present que vivim en un món finit; que hem de pensar en els recursos que necessitaran les generacions futures. I una economia crítica, que no accepti el dogma que “l’economia és una ciència exacta” perquè siguem capaces de no repetir els errors del passat: els d’avui. 

Sònia Farré